Miquel
Barceló y Andrés Trapiello forman una extraña, quizá imposible, pareja
artística y creativa. Sin embargo, y más allá de las divergencias que puedan
separarles, a ambos les une el inequívoco desparpajo intelectual de quienes
poseen talento y opiniones propias. Unas
opiniones que, además, no dudan en proclamar con absoluta libertad, caiga quien
caiga. De ahí que la revista TURIA haya decidido, en su nuevo número que se
distribuye este mes de junio, reunirlos
en su sumario y dedicarles sendas entrevistas a fondo y en exclusiva que los
lectores no deben perderse. Sus declaraciones constituyen todo un revelador autorretrato
de dos nombres propios con sólida trayectoria dentro de la cultura española de nuestros
días.
Pintor
y escritor hablan con absoluta libertad, y lo hacen de forma relajada, amplia y
sin cortapisas, enriqueciendo con sus criterios un amplio repertorio de temas:
la ansiedad de las influencias, la
delicadeza y perfección de las pinturas primitivas, la idea de que un cuadro es
siempre un cúmulo de accidentes o las afinidades con Picasso o Miró.
Conoceremos también qué piensan sobre la guerra civil, los maniqueísmos
ideológicos en la vida y en la literatura, el oficio de diarista, la necesidad
de autocrítica o la capacidad del novelista para contar las cosas que la
historia no puede contar.
MIQUEL BARCELÓ: “DESCUBRIR LAS PINTURAS PRIMITIVAS FUE UNA DE LAS
GRANDES IMPRESIONES DE MI VIDA COMO ARTISTA”
Miquel
Barceló conversa en TURIA con un interlocutor que lo conoce muy bien: Enrique
Juncosa, crítico de arte y comisario de exposiciones. Ese tono de sincera
complicidad entre ambos permite que el lector descubra cuáles son las
influencias, las lecturas y los pintores de Barceló. Artista prolífico, y tal
vez por ello desigual, tiene a su favor una proteica capacidad de reinvención y
la facultad de llegar al mismo tiempo a públicos muy amplios.
El
creador mallorquín forma parte en la actualidad del reducido número de artistas
españoles con indiscutible éxito y presencia internacional. Barceló es, en
España, lo que los anglosajones llaman “a celebrity”, aunque también tenga,
quizás por eso, no pocos detractores. En cualquier caso, Barceló prosigue su
carrera ajeno a estas cuestiones, sin darse ningún descanso: Madrid, París,
Nueva York, Lisboa, Japón serán o han sido algunos de los lugares donde ha
mostrado últimamente su trabajo.
ANDRÉS TRAPIELLO: “LA INMENSA MAYORÍA DE MIS LECTORES PERTENECE A LA
TERCERA ESPAÑA”
En
la conversación, que se inicia en torno a su última novela “Ayer no más”, la
guerra civil tiene mucho protagonismo. De una parte, porque Trapiello siempre
quiso aprender a escribir para contar un conflicto que fue un hecho
determinante en su familia. Ahora ha conseguido superar el reto de elaborar una
novela no guerracivilista, una obra coral, que reflejase a todo el mundo.
Sobre
historia y literatura, Trapiello lo tiene claro: “la novela es a veces la única
capaz de contar las cosas que la historia no puede contar porque está muy cerca
de ella”. Y “el novelista puede resultar más verosímil que la propia historia a
través de una ficción”. Pese a ello, el inconveniente de los relatos sobre la
guerra civil es que “la voz del narrador, del protagonista, tiñe excesivamente
el discurso que viene a continuación”. En cualquier caso, y como dice el
protagonista de su novela “Ayer no más”, Trapiello declara su hartazgo ya de
escribir sobre el asunto: “ambos estamos de la guerra civil hasta el copete”.
A
propósito de los hechos del presente, de lo que está pasando, Trapiello asegura
que “hay que evitar que las circunstancias nos lleven a todos a un callejón sin
salida”. Y es que, “en el momento en el que la gente vea que no tiene para
comer, en el momento que vea que tiene a toda la familia en el paro,
inmediatamente todo eso se va a ir radicalizando, porque no puede ser que
tengamos a los hijos en el paro mientras que los banqueros continúan
especulando y ganando no sé cuánto dinero…”. No obstante, reconoce que “no sé
lo que pasará porque no soy adivino, pero yo no creo, a pesar de todo, que la
democracia esté en peligro. Según los indicios que veo aún no hemos llegado a
unos niveles de crispación extremos”.
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