jueves, 4 de diciembre de 2014

TEATRO ÍNTIMO DE ZARAGOZA y su DECÁLOGO

Acerca de TÍZ

Teatro Íntimo de Zaragoza.
Un lugar sin paredes. Un camino. Un espacio para crear en total libertad. De momento no recibimos subvenciones públicas, ni tampoco las hemos pedido. El futuro irá trazando la línea.
Somos cuatro: Rita Lorenzo, María Vecino, Roberto Millán y Paco Ortega.

Tenemos muchas incógnitas y de momento algunas certezas. Esas certezas componen nuestro decálogo de partida:
Primera: el teatro es un arma cargada de futuro, como tal vez hubiera dicho Gabriel Celaya.
Segunda: el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana, como decía Federico García Lorca.
Tercera: no merece la pena hacer teatro con mala gente ni para la mala gente, como decimos nosotros.
Cuarta: nos declaramos ocupas del teatro. Iremos donde nos llamen, pero también donde nos dejen entrar, sin descartar colarnos de vez en cuando en algún sitio.
Quinta: todo aquel o aquella que quiera participar de este espacio no tiene más que decirlo. Nosotros decidiremos si ese proyecto encaja con lo que tenemos: afán de hacer las cosas bien, deseo de construir obras artísticas de calidad e interés y acorde con los tiempos.
Sexta: daremos mucho aunque no tenemos casi nada. Somos una casa teatral construida desde la libertad y la esperanza. Quien quiera entrar, que llame suavemente con los nudillos para no hacerse daño.
Séptima: anunciamos nuestra inquebrantable voluntad de divertirnos mucho haciendo todo esto, aunque ya sabemos que la sonrisa y el buen humor están penalizados severamente por todo tipo de cenizos, envidiosos y pusilánimes.
Octava: no nos creemos modelo de nada ni de nadie, pero estamos convencidos de que el teatro aragonés necesita una profunda regeneración en la que nos gustaría intervenir de manera activa.
Novena: la autoexigencia, la autocrítica y la generosidad serán las brújulas que nos guiarán en el viaje.
Décima: desde la mas profunda humildad, nos sentimos felices y orgullosos de pertenecer a un eterno colectivo integrado entre otros por seres como Moliere, Shakespeare, Koltés y Euripides, que siempre creyeron que el teatro era una magnífica manera de pasar el rato, pero también una buena manera de mejorar el mundo.

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