Ian Buruma,
de padre holandés y madré inglesa,
casado con japonesa y educado en Asia,
escribió en el quicio mismo del cambio de siglo una interesante reflexión (The road to Babel, publicada en España por Taller de Mario Muchnik con el título El camino de Babel, 2002) que no tiene desperdicio. Su lectura puede servir tanto como vacuna frente al exceso de chovinismos relativos a lenguas regionales, locales o autonómicas, de los que tanto abundan en España, como para entender el proceso de destrucción/reconstrucción de la Babel lingüística.
En apenas 60 páginas, con un cuerpo de letra grande para ayudar a las dioptrías, quien se acerca a tan breve texto no sale indenme, pues contiene artilleria de calibre muy plural. Entre sus abundantes explosiones, propongo el siguiente al condensar creación, lengua y nacionalidad sin apenas ruido:
"El genio literario sigue siendo un misterio. La aparición de un Nabokov o de un Beckett no puede explicarse de forma racional, pero, sin lugar a dudas, el linaje o el sentimiento nacional tienen muy poco que ver con ello. Por supuesto, por lo general es cierto que se desarrolla una cierta afinidad por el ritmo y la expresividad de una lengua criándose en ella, aprediendo canciones infantiles de pequeño y hablando con otros niños en el colegio. Las personas educadas en una lengua son capaces de reconocer un cliché en su lengua nativa en cuanto lo escuchan. Pero nada de todo esto es esencial. Un Joseph Conrad puede pasar de una lengua a otra y seguir siendo genial, y no por el hecho de expresar polaquidad y mucho menos aún anglicidad..."
En apenas 60 páginas, con un cuerpo de letra grande para ayudar a las dioptrías, quien se acerca a tan breve texto no sale indenme, pues contiene artilleria de calibre muy plural. Entre sus abundantes explosiones, propongo el siguiente al condensar creación, lengua y nacionalidad sin apenas ruido:
"El genio literario sigue siendo un misterio. La aparición de un Nabokov o de un Beckett no puede explicarse de forma racional, pero, sin lugar a dudas, el linaje o el sentimiento nacional tienen muy poco que ver con ello. Por supuesto, por lo general es cierto que se desarrolla una cierta afinidad por el ritmo y la expresividad de una lengua criándose en ella, aprediendo canciones infantiles de pequeño y hablando con otros niños en el colegio. Las personas educadas en una lengua son capaces de reconocer un cliché en su lengua nativa en cuanto lo escuchan. Pero nada de todo esto es esencial. Un Joseph Conrad puede pasar de una lengua a otra y seguir siendo genial, y no por el hecho de expresar polaquidad y mucho menos aún anglicidad..."
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